viernes, 19 de julio de 2013

Primera cita

Aelia es una mujer aséptica, de mirada etérea y sonrisa escasa. Su boca dibuja, cuando sonríe, una curva limpia y aplicada.
Aelia es una mujer transparente. Viste su ropa con esa presencia tan personal que permite adivinar una túnica inmaculada debajo de su sencilla estola. 
Aelia es una mujer esbelta. En su esbeltez, sólo su pecho supone un pequeño accidente.
Aelia me mira a veces cuando me habla. Y habla pocas veces. 
Al principio, cuando nos sentamos debajo de la higuera, permaneció callada. Nos sentamos en la misma piedra. Uno al lado del otro. Casi diría que uno contra el otro, porque ella se dispuso mirando al Monte Sacro y yo al olivar. Estábamos tan cerca, que al hacer un movimiento para reasentarse y acomodar su estola, su cuerpo y el mío se sintieron un poco.
Entre nosotros y la casa mediaba el olivar de la colina, el olivar que yo miraba sin ver, el que nos cubría de las miradas y tapaba la casa.
 - Estas serán las reglas - dijo por fin. Y continuó hablando lentamente mientras miraba hacia el monte. El cuerpo erguido. El porte serio. El rostro sereno. Las manos en el regazo.


Hay dos tipos de mujeres en la primera cita, joven Ovidio. La mujer que te invade y la mujer que te deja invadir. Cada una de ellas gozará de ti de modo diferente, si ha de gozarte.
Fíjate en la mirada. Por la mirada sabrás quién es.




3 comentarios:

  1. Esto es mas poetico...

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  2. Curiosidad que se despierta ante la incógnita de las reglas de...¿un juego?, ¿el asentamiento necesario de aquello que parte de una seriedad?, ¿reglas que impidan equívocos en una particular relación?

    Las reglas son necesarias, son el principio. Afortunad@ el que tiene las reglas bien ordenadas, con opción a la flexibilidad, con talante de diálogo y a poder ser, discutidas limpiamente y orientadas a una consensualidad.

    Deseando leer las palabras de Aelia en la exposición de unas reglas que intuyo, por su porte, que esconden menos juego que seriedad. Aunque ¿qué seriedad se precia si no viene acompañada del juego?

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  3. Yo creo que Aelia pretende que las reglas de juego le permitan marcar el territorio de seguridad propio de una mujer que quiere saber y no se quiere exponer.
    Si hay reglas de juego, obviamente, es que hay juego. Lo que no está claro es si Aelia percibe el imprescindible juego como un riesgo que para nada desearía afrontar y que, por lo tanto, desea eludir como sea, o como un riesgo que le transmite miedo y emoción a la vez. No lo sé.

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